Matilda en Terapias
Matilda
hoy es una joven de 17 años, para conocer un poco de ella pueden leer el post
de nombre Matilda aquí en este blog. Volviendo al tema, hoy toca hablar
sobre las vivencias y emociones de la
mama de Matilda durante la época en la que asistió a las terapias de su hija,
de seguro en algún momento de este relato, una que otra mamá se sentirá
identificada.
Alejandra
como muchas mamás empezó a planear la vida de su hija y poner gran parte de sus
expectativas de vida en eso y así decidió meterla a un kínder cerca de su casa,
con un jardín hermoso, bonitas instalaciones y conocido por sus espectaculares
festivales y de precio el más caro de la zona, hoy a la distancia sabe que el
costo no garantiza nada.
Y
aquí empieza la historia, empecemos por el principio; el nacimiento de Matilda
fue difícil y con complicaciones entre esas un soplo en el corazón, daño en un
pulmón y bilirrubinas altas por lo cual hubo que hacerle una transfusión de
plaquetas, cuando la dieron de alta la doctora del grupo por el cual fue
atendida, le dijo que con lo único que se iba era con reflujo y piel delicada,
que no había daño cerebral así que si no le iba bien en la escuela era por
flojita. Con esa idea Alejandra se llevo a su bebe.
Creo
la expectativa de vida, y Matilda entro al mencionado Kínder al año 8 meses, la
mamá con la idea que necesitaba convivencia con niños de su edad, ya que por su
dinámica familiar no tenía esa convivencia, además de que a esa temprana edad
estaría acabando la primaria a los diez años y la universidad como a los 22,
pero la vida, Dios o el destino tenían preparado un plan distinto.
Alejandra
nunca fue una persona de hacer grandes planes más bien iba viviendo lo que la
vida le iba poniendo enfrente, pero con su hija fue distinto. Todas sus energías,
planes y expectativas estaban enfocadas en Matilda, iba a tener todo lo bueno
que ella tuvo y modificar lo que no le gusto de su vida para que su hija no lo
viviera.
Pero
como dice el dicho “uno propone y Dios dispone”.
Entro
al kínder al primer grado que es nombrado pre-maternal, el primer año sin
contratiempos todo parecía ir bien, el siguiente año llega y ahí ya las cosas
no van tan bien, ya por concluir el año le comunican que no va a pasar porque
su lenguaje es mínimo y así no podría con el curso siguiente.
Por
recomendaciones le hacen la primera evaluación con una psicóloga infantil donde
llegan a la conclusión que efectivamente tiene problemas de lenguaje,
ocasionada en parte por cuestiones de su nacimiento ya que al nacer no estuvo
cerca de su madre por estar en la incubadora, además de que pudo asimilar como agresión todas las inyecciones y análisis que se le
realizaron en las primeras semanas de
vida. Y por recomendaciones de la psicóloga Matilda entra a su primera terapia
de lenguaje.
Como
principio la terapista le hace su evaluación que por cierto barato no es, donde
determinan el padecimiento y tratamiento que se debe realizar. Y así comenzó
este camino por las terapias.
Resulta
que para ir a las terapias había que recorrer un camino de más de 45 minutos en
esa época construían en la Ciudad de México la primera etapa del segundo piso
del periférico y como avanzaba la construcción el trafico cada día era más
intenso. Así que Matilda se quedaba dormida en ese entonces tenía aproximadamente
3 años. Pero para la mamá las distancias nunca han sido un problema y menos
tratándose de su hija, en esta cuestión siempre ha sido responsable. Con el
pensamiento que ella la trajo al mundo por lo cual le debe dar lo mejor dentro
de sus posibilidades.
Aproximadamente
al año sin muchos avances, le suspenden la terapia porque la terapista decidió tomar
otros caminos profesionales y Matilda se queda sin terapia de lenguaje y para
esto ya tenía 4 años y solo su mamá le entendía cuando hablaba.
A
veces platicar de nuestros problemas tiene sus beneficios. Una mamá del kínder
le recomendó a la terapista que veía a sus hijos. Mitzi persona muy importante
en los siguientes años no solo fue la terapista si no una guía tanto para
Matilda como para Alejandra. La importancia de caer en buenas manos. No
podríamos entender lo que hoy es, sin ese apoyo. Ella se encargo de darle un
tratamiento de forma integral: lenguaje, aprendizaje, pedagógico y psicológico.
Y con tantos años de convivencia también surgió un gran cariño, donde hubo
entre ellas amistad y complicidad.
Al
mismo tiempo entro al Instituto de Comunicación Humana, y así estuvo tomando 2
terapias de lenguaje a la semana más la tarea o ejercicios que dejaban para la
casa. Porque siempre insistieron que el 50% del trabajo era el que se realizaba
en la casa, era de suma importancia para que hubiera avances.
Y en
este trayecto de vida de terapias, resulto que tenía un día y otro también
cuadros agudos de amígdalas y adenoides por lo cual tomaba antibióticos con
mucha frecuencia sin exagerar cada quince días y así estuvo aproximadamente
hasta que fue operada a los 5 años. Pero aquí no acaba, además descubrieron que
tenía el frenillo muy corto lo que dificultaba avances en el lenguaje. Y cuando
la operaron aprovecharon y también se ocuparon del frenillo.
A
partir de la operación sus avances fueron más rápidos. Para esa época ya estaba
en otra escuela de sistema Montessori.
Cuando
todo parecía que iba por buen camino, le comunican a Alejandra que Matilda iba
a repetir el último grado de pre-escolar porque no aprendió a sumar, ya que muy
tarde se dieron cuenta que se aprendió de memoria las tablas de sumar.
Y
los planes de la mamá se venían abajo con mucha frustración en su ser. Por
momentos no entendía porque las cosas sucedían de esa manera y no de acuerdo a
sus planes.
Pero
eso no fue motivo para desanimarse al contrario siempre echada para adelante, sabía
que su hija dependía de ella en muchos aspectos y el anímico era esencial para
los años que todavía les faltaban y así estuvieron hasta los 13 años de edad.
Cuando entró a la secundaria.
Pero
en estos años no solo tomo las terapias, también asistió a clases extras, todo
lo que le recomendaban, que pudiera ayudar con las deficiencias que tenia de
psicomotriz fina, gruesa y madurez. Y así tomo natación, ajedrez, pintura,
cocina, karate, ingles, etc.
El
coche se convirtió en algo más que el medio de transporte, era una extensión de
la casa, fue un lugar para comer, hacer la tarea y tomar la siesta.
La
comida tenía que ser práctica y nutritiva.
Todo
esto relatado de seguro muchas mamas lo han pasado o algunas lo viven hoy en día.
Esta
historia sucedió entre 2002 y 2012, en esta época surgió el boom de las
terapias, era muy común escuchar en las antesalas (de las clases extras o las
fiestas infantiles) de un gran porcentaje de niños que asistían algún tipo de
terapia.
Lo
cual le vino muy bien a las escuelas porque disminuyeron su responsabilidad, es mas uno de los requisitos
de inscripción era la firma de una carta donde los padres se comprometen a
llevarlos a terapia si la escuela lo llegaba a solicitar.
Y
así muchas mamás al igual que Alejandra pasaron horas y horas esperando a sus
criaturas tanto en terapias como en las clases extras, antesalas o esperas
pesadas y en otras ocasiones se tornaban divertidas y enriquecedoras porque
llega el momento de tanto verse que se logran amistades con personas con las
cuales se tienen muchas cosas en común, algunas de estas amistades solo duraban
lo que duraban el tiempo que se asistían a estos lugares y otras lograron sobre
pasar la sala de espera.
Las
terapias con todo lo que implica se vuelven una forma de vida, que durara hasta
que el padecimiento dure, cuando se ha logrado pasar esa etapa y se platica del
tema, en general se expresa sobre una
etapa pesada, de sentimientos encontrados porque por un lado
es necesario y benéfico para los hijos pero para las mamas es tedioso, se dejan
planes y acciones por estar ahí, en ocasiones pasan y pasan los años y todo
sigue igual no se ven los avances y claro también llega la frustración ¡cuando
será el día que acabe esto!
Es
una etapa también en la vida de una madre y aunque se quiera y se adore a los hijos
no todos los episodios son bonitos, hay momentos en los que se actúa porque así
es lo responsable o adecuando pero no implica que se quisiera estar en otro lugar
y con otras personas en alguna situación social o simplemente en la casa, sin estar
recorriendo la ciudad.
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